sábado, 17 de marzo de 2012

Nunca Seré Tu Héroe Capitulo 2.

Que no me pregunte. Que no me pregunte. Que no me pregunte...
--Andrés, ¿podrías decirme cuáles fueron los reinos bárbaros que invadieron Europa en el siglo VI?
--Bueno... es que... justo eso no me dio tiempo. Yo...
--¿Podrías, entonces, decir las causas de las invasiones bárbaras, o tampoco te dio tiempo?
--En realidad, no pude estudiar el tema... Tuve algunos problemas.
--¿Qué clase de problemas?
--Son... ejm.. Son... un asunto privado.
--Vaya, exactamente igual que los dos ceros que ya tienes, son privados; única y exclusivamente de tu propiedad.
Qué cabrón, este sátrapa me adivina el pensamiento. Seguro. Siempre me pregunta cuando no me lo sé. A lo mejor es que me sale algún tipo de letrero en la frente.

lunes, 12 de marzo de 2012

Nunca Seré Tu Héroe- Capitulo 1.



ANDRÉS, estudia. ¡¡Andrés, estudia!! Andrés-estudia. Andresestudia... Andrés Estudia. Me llamo Andrés y me apellido Estudia. Me tienen harto, siempre con el mismo rollo. Mi madre, con tal de verme encime del libro y sin scuchar música, está contenta. Aunque esté pensando en las musarañas, es la leche. No entiende que yo pueda estudiar con música. Y no para de comerme la olla todo el día, que si tengo poca disciplina, que si no hago más que hablar por teléfono, que, si no tuviera a Valeria Mazza en la carpeta, me distraería menos. Más me distraigo en la clase de la Rambo. ¿Cómo voy a atender si delante tengo a Belén, que es la tía mas buena de la clase? Pero como para contárselo a mi madre. Es capaz de ir al instituto y pedir que me metan en una cápsula espacial. Y no digamos cuando empieza con el rollo de la responsabilidad, menuda plasta. Si la llevo al Parlamento, acaba con todos los parlamentarios. Parece de la Gestapo: ¿dónde has estado?, ¿con qué amigos has salido?, ¿qué tomasteis?, ¿y estaba Dani? Siempre con segundas, claro. Porque a Dani lo tiene enfilado desde el día en que nos agarramos juntos un pedo monumental. Y piensa que, si voy con él, voy a beber. Está obsesionada. Menuda me armó el otro día porque estaba bebiendo una cerveza. Muda se quedó cuando se enteró de que era sin alcohol. Pero es que tiene la manía de acusar antes de preguntar nada. Y luego dice que estoy todo el día cabreado..., si es ella la que me cabrea. José sí que tiene un chollo de padres. Hasta le han comprado una moto. Y eso que no pega sello, está en segundo de BUP con diecisiete años... Además, le dejan ir a las discotecas hasta las tantas de la noche; y no le someten a un tercer grado; ni se meten con su modo de vestir. Tronco, tiene una chupa que mola mazo. Pero me compro yo una igual, y ya estoy oyendo los gritos de mi padre, que si parezco un punki, que si nos vestimos todos de uniforme, que si nos falta personalidad. ¿Acaso me meto yo con sus corbatas? Y eso que se pone cada horterada... Luego dice que conmigo es imposible el diálogo. Pero ¿cómo voy a dialogar si siempre está criticando a mis amigos? Y me fastidia un montón que diga que el bakalao no es música ni es nada. Y que si nos pasamos el día enchufados a los videojuegos. Y que si en su época esto y lo otro... Ostras, si es que no le gusta nada de lo que hay hoy. No sé por qué se empeña e vivir en una época que ya no existe. Y en que yo sea de otra manera... Hombre, es verdad que me esfuerzo poco pero tampoco quiero ser un pringao como mi hermano: todo el día estudiando, se le van a salir los ojos de las órbitas. Claro, que tiene sus ventajas, porque al que le toca arrimar el hombro siempre es a este menda: <<Ya que no estudias, por lo menos recoge la mesa...>> ¡Es la leche! Y si mi hermano dice que un profesor es un capullo, le escuchan y hasta le dan la razón. En cambio a mí... Si cateo,la culpa la tengo y: <<sus motivos habrá tenido el profesor para suspenderte...>>. No se fían un pelo de mí. Si me dan dinero para la papelería, enseguida me están reclamando la vuelta. ¡Ni que fuera un chorizo! El caso es que mi padre presume de enrollado. Dice que estudiemos lo que queramos. Pero si le insinúo que quiero ser cantante, ni te cuento. Y no te digo bailarín. Que todo tiene que ser dentro de sus esquemas. Y si le contesto..., <<¡Andrés, estás catigado!>>. Vamos, que, de todas, me pilla el toro. Claro que es peor que te quiten la novia. Y es que doy asco. Tengo más granos en la cara que una paella. Mi madre dice que es peor el chocolate y la Coca-cola y el chorizo y las hamburguesas. Pero no me voy a hacer vegetariano. Cuando pienso que ha sido Jorge quien me ha quitado a Sara, me sube una rabia por todo el cuerpo... ¿Cómo ha podido Sara irse con ese pelota? << Don Gerardo, he traído este libro sobre los romanos...>>. Es de alucine lo pelota que es. En cambio mis padres flipan con él, como va vestido de pijo. Les importa más la apariencia que la persona. Hombre, a veces son majetes. Y hasta que tienen algún detalle. Como el día en que saqué un sobresaliente en Química y apareció mi padre con unas entradas para ver el partido del Barça contra el Madrid. Si no me dieran tanto el coñazo con <<Andrés, estudia>>. Si eso ya lo sé yo, que tengo que estudiar. Pero no soy una máquina. ¿Cómo voy a ponerme a estudiar hoy si estoy hecho papilla? No puedo dejar de pensar en Sara y en ese Jorge de las narices...
—¡Andréees! ¿Quien ha dejado la merienda en la mesa? ¡Ya estamos! ¡Siempre igual! Ya está mi madre acusándome. Me pone enfermo.
—No te pongas como un energúmeno, Andrés, te estoy preguntando.
—No. Has dicho: <<¡Andréees! ¿Quién-ha-dejado-la-merienda-en-la-mesa?>>. Estás suponiendo que he sido yo, como siempre.
—No me grites, Andrés.
— ¿Cómo quieres que no grite si me habéis convertido en sospechoso? Pues, para que te enteres, ha sido tu niñita la perfecta, yo no he merendado galletas. Pero, claro, a ella nunca la riñes, eres la leche.
—Mira, Andrés, a mí no me hables así. Soy tu madre y me debes respeto...
—¿Respeto? ¿Y quien me respeta a mí, si se puede saber? A ver, ¡quién!, ¿eh?
—Hijo, tranquilízate y, sobre todo, no grites. Te van a oír los vecinos.
—Eso es lo único que te importa, ¿verdad?, mantener las apariencias. Te gustaría un hijo como el descerebrado de Jorge, ¿no?
—Ay, hijo, contigo es imposible mantener un diálogo normal. No sé qué te pasa. De un tiempo a esta parte saltas por todo. Tienes la agresividad a flor de piel. Nos lo estás poniendo muy difícil. Tendremos que reconsiderar lo de mandarte a un internado.
—¡Genial! ¡Muerto el perro, se acabó la rabia! Muy bien, si eso es lo que queréis, me las piro.
—¡Andréees, vuelve ahora mismo! ¿Adonde vas a ir? Andréeees...
Odio mi falta de frialdad. En lugar de tomar yo las decisiones, que ellas me toman a mí. A ver qué coño hago yo ahora sentado en este banco del parque a las ocho dela tarde. Mañana nos va a preguntar el de Historia y todavía no he empezado a estudiar... ¿Por qué no me dejarán en paz? Uno no es de piedra, y si te aprietan las tuercas constantemente, acabas saltando. Pero me fastidia un montón volver a casa. Si tuviera agallas, me largaría. Claro que ¿adónde voy a ir?...
—¿Que haces aquí?
—Tío, qué susto me has dado. ¿De dónde has salido?
— Iba de camino hacia casa, pero te he visto aquí sentado...
—Ya ves, he vuelto a tener otra bronca con mi madre.
—Qué mal rollo, ¿no? Siempre estáis igual. ¿Por qué no vienes a kárate conmigo? Descargas mogollón de tensión y haces un músculo que no veas. Precisamente ahora vengo de allí.
Tú no conoces a mi madre, Dani. Dirá que eso me va a quitar tiempo de estudio, y que si quiero algo, me lo tengo que ganar, y que si... Oye Dani, ¿podría pasar esta noche en tu casa?
—Pero qué dices, chaval. Mi madre enseguida llamaría a la tuya para decírselo.

—Tienes razón. Pero no sable lo humillante que es volver a casa como si no hubiera pasado nada. Tengo que aguantar la cara de ofendida de mi madre, el sarcasmo de mi hermana, la bronca de mi padre, que siempre pone a mi hermano de modelo... Y hoy no estoy para aguantar chorradas. Tú sabes cómo estoy con lo de Sara, hecho papilla.

—Ese  Jorge es un gilipollas. Lo ha hecho sólo para fastidiarte, para darte en las narices. 

—Sí, tronco, y lo que más me revienta es que ella haya entrado al trapo. ¡Claro, con las pelas que tiene, ya puede! Que si un regalito por aquí, que si una invitación por allá... Y luego esa ropa de niño pijo que lleva. Y esa cara de no haber roto un plato...
—Pero es que a las tías les va ese rollo, Andrés.

—No sé... Sara no era así. Podíamos pasar toda la tarde escuchando música o sentados en la plaza comiendo pipas y charlando de nuestras cosas.
—¡Deja ya de comerte el tarro, Andrés! A las tías no ha quien  las entienda. Un día te dicen una cosa y al día siguiente hacen lo contrario. Además van de duras porque creen que así ligan más. Tú hazme caso, pasa de ella.

—No sé, Dani, no sé qué voy a hacer, estoy totalmente colgado. Ha sido un palo tremendo. Estoy hecho polvo... ¿Por qué me habrá dejado?

—Venga, anímate, mañana es viernes. Nos agarramos una moña, y te olvidas de ella.

—Veremos si me dejan salir. Tal y como están las cosas...

—Que sí, tío, ahora te vas a casa y le sueltas a tus padres el rollo de arrepentimiento y de que piensas cambiar. Eso funciona siempre. ¡Venga, hasta mañana!

¡Qué fácil es la vida para Dani! Es un tío práctico, no como yo, que estoy todo el día comiéndome la olla. Pepito Grillo a mi lado, un aprendiz. Pero, por más que diga Dani, no puedo volver a casa y hacer el paripé ese del arrepentimiento. No sé fingir. Sé que me iría mejor, me metería en menos líos. Sí, mamá, lo que tú digas, mamá. ¿Quieres que vaya al supermercado?... Y, por detrás, hacer lo que me da la gana. Pero soy incapaz. Prefiero plantar cara. A lo mejor, a veces me paso un poco, pero si mi madre no me provocara... Si es ella la que me hace saltar. Y lo que más me cabrea es que vaya de víctima por la vida. <<¡Ay, Carlos, ya no puedo más, esto es un infierno!...>>. Siempre quejándose de mi padre. Pues que no provoque. Y no creas que no he intentado controlarme un montón de veces, pero imposible, me caliento y luego ya no puedo dar marcha atrás. Siempre me gana la partida este maldito orgullo. Total, para acabar tragándomelo. Como ahora, que tengo que llamar al timbre porque ni me paré a coger las llaves. Y seguramente me abrirá la cotilla de mi hermana, no hace falta ser adivino para saberlo. Bueno, preparados, listos...
—¡Andrés, has vuelto! —dijo como si regresara después de haber luchado en alguna guerra durante varios años, será boba.

—¡Andrés, has vuelto! —repetí haciéndole burla. Y ella, en venganza, chilló para que se enterara todo el mundo.
—¡Mamá, Andrés ha vuelto! Te dije que volvería a la hora de la cena.

En momentos asó la estrangularía.
—¡Chivata! —le solté con rabia. Y me encerré en mi habitación con los Iron Maiden a todo volumen: The evil that men do lives on and on... The evil that men do lives on and on...

—¿Qué haces?

—Oye, tía, ya te estas largando de aquí. ¿Es que no tienes nada que hacer?

—Toma, te dejo la casete de Los Rodríguez. ¿No decías que te gustaba mucho?

—¿De dónde la has sacado?

—Me la grabó Felipe.
—¿Quien es Felipe?

—El hermano de Elena.

—¿Ese niñato que anda todo el día detrás de ti?

—Oye, Andrés, no te pases, ¿eh?, que yo no me meto con Sara.

—Bueno, ya da igual. Todo da igual, se acabó... ¡Qué asco!

—¿Qué ha pasado? ¿Ya no salís?

—Me ha dejado. No me extraña... Con este careto que tengo.

—Pues a Andrea le gustas. Está todo el día dándome la paliza. Quiere saber cuál es tu música favorita, qué haces, qué amigos tienes... Dice que eres muy guapo.

—Sí, pero es una enana.

—Oye, tú, no te pases, ¿eh?, que tenemos trece años. Y además, mira a papá, lelleva cinco años a mamá.

—Pero es distinto. Mamá ya ha crecido del todo. Y a Andrea y a ti todavía os faltan las curvas. Ya sabes...

—¡Eres un cerdo! Todo el día estás pensando en lo mismo.
—Ven aquí, Paulita, anda, no te enfades conmigo, que estoy fatal, hecho papilla.

—¿Es por lo de Sara? ¿Por qué no hablas con ella? A lo mejor tiene arreglo...
—No. Está saliendo con Jorge.

—¿El pijín?

—El mismo. Dice Dani que las tías flipáis con los pijos.

—¡De eso nada! A mí ese tío me pone nerviosa. Nunca se le mueve ni un pelo de su sitio. Y es un chulo. A Soraya le hizo llorar un día...

—¡Niñoa, a cenaaar!
...Corre, vamos que nos llama mamá y no está de muy buen humor, que digamos.

—Seguro que ya le habrá dicho a papá que estoy imposible y papá me montará la bronca en la cena. 

—Tu tranquilo, no te preocupes, que yo me encargo de distraerlo.

A veces estrangularía a mi hermanita y a veces me la comería a besos. La verdad es que es una tía legal, siempre sale en mi defensa. Si no fuera tan metomentodo y tan doñaperfecta...